El contexto social
El punk tenía un contexto social además de musical: masivo desempleo (juvenil especialmente), que llegará al millón, terrorismo del IRA en la metrópoli, violencia neonazi del “National Front”, tensiones raciales, auge de la extrema-izquierda...
El propio Rotten explicó su actitud y estética como rechazo a la generación de sus padres: pelo rapado y pintado frente a melenas, odio frente a amor, pereza frente a compromiso, pasotismo frente a idealismo, provocativas esvásticas y símbolos comunistas frente al pacifismo.
Realmente las canciones introdujeron la conciencia (y la manipulación posterior) de los problemas de la época. La canción-manifiesto de los Sex Pistols, “God Save the Queen”, era una burla y un rechazo a todo el sistema social británico ejemplificado en la Monarquía y el himno nacional (“no future in England´s dream”), aunque fue escogido muy oportunamente por McLaren para el aniversario de la reina. La primera estrofa decía: “God Save the Queen, a fascist regime” (“Dios salve a la Reina, un régimen fascista”).Otra de las canciones “Holidays in Cambodia” denunciaba “pasar las vacaciones en la miseria de los demás”
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El punk auguraba la post-modernidad. Y lo hacía asumiendo un corte radical: los punks no sabían tocar, se escupían con el público, expresaban el pesimismo de una era, eran horribles y por ello encandilaban a los jóvenes.
El punk creó a la juventud como sector consumista. Su mensaje de “no hay futuro, destruye” (“no future, destroy”) se convirtió en “consume como si no hubiera futuro”.
La desesperanza no llevó ni a la revolución ni al suicidio, llevó a la anomia, a lo que hay hoy. Y por otra parte, la música, como el cine, y a pesar de todas sus ínfulas, está intrínsecamente ligada al negocio: producto-precio-consumo.
La moda punk, una “antimoda” que inició la moda de las “antimodas” que es hoy una de las bases de la moda juvenil, tenía la única y subjetiva idea de ser diferente, la misma esencia de la moda juvenil y de los “fashion-victims”. En el caso punk, convertían objetos de desecho cotidianos en complementos para su imagen personal.
La falta de calidad musical del punk permitió que se convirtiera en una actitud social con signos y significados propios (aunque no fueran herederos de letristas, situacionistas y dadaistas como algún analista entusiasta ha pretendido). Si no hubiera existido esa posibilidad social, los Sex Pistols se habrían quedado en una fugaz provocación obscena. Su primera aparición fue en diciembre de 1975, reventando un concierto para intentar cantar. Les cortaron el micrófono a los diez minutos.
Justo un año después les entrevistan en la BBC y contestan con repetidos “fuck you” (“jodéos”) para escándalo de presentador y público. Cuando sale el disco “Anarchy in the UK”, con la portada de la reina con un imperdible, diseñada por el socio de McLaren, Jamie Reid, antes editor y artista gráfico, la reacción que suscita es visceral: cancelaciones municipales de conciertos, cadenas que se negaban a vender el disco, deserción de su discográfica EMI, que quemó las copias, y llegó a nº 1 en la lista de la BBC con la casilla sin nombre, denuncias del Parlamento, acusaciones de “fascistas”, “comunistas”, agresiones...
Les prohibieron actuar en suelo británico y MacLaren les hizo tocar en una barcaza en el Támesis. Comenzaron a aparecer pubs donde actuaban y su impacto fue creciendo hasta que encontraron su sala propia en 1977, el “Roxy Club”. Un año antes se realizó el primer festival punk, en el “100 Club”, donde actuaron grupos como Sex Pistols, The Damned, The Clash, Vibrators, Buzzcocks o Siouxsie.
En algo menos de un año comenzaron a aparecer fanzines del movimiento punk (lo que se convertiría en una característica de los movimientos juveniles) como “Sniffin'Glue” (“Esnifando cola”), en los que el movimiento se comunicaba y desarrollaba.
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